¿Por qué los hombres no van a terapia?

Desde iniciado este proyecto, una de las cuestiones más habladas alrededor de la salud mental del hombre y la masculinidad ha sido el porcentaje de hombres que evitan ir a terapia. Es una cantidad considerable la de los hombres que se han acercado a nuestros círculos comentando que nunca han llevado algún proceso terapéutico o siquiera hablado con alguien sobre sus situaciones.

Si bien es poca la investigación específica sobre la asistencia a terapia de hombres y mujeres en Latinoamérica, se ha observado que en general los hombres tienden a asistir a terapia en menor número que las mujeres, debido a los estereotipos sociales y una mayor estigmatización en torno a los hombres que buscan ayuda para situaciones emocionales.

Esta combinación de factores nos lleva a una de las problemáticas más presentes para el hombre de hoy: El callejón sin salida en el que tantos hombres se ven atrapados, donde sufren de una pobre salud mental al no buscar ayuda, y no buscar ayuda porque “un hombre debe poder arreglárselas solo”.

Por ello creo importante indagar al menos un poco en qué está detrás de esta situación. A través de estos años trabajando con hombres, he identificado 3 puntos que dificultan la asistencia de los hombres a terapia:

1. Estigma

Ya sea que queramos admitirlo o no, muchos hombres todavía están atascados en el estereotipo “estás roto si vas a terapia o buscas ayuda profesional de algún tipo”. Esto en parte proviene de una especie de mentalidad de “lobo solitario” que dice: “Debería poder resolver esto por mi cuenta porque eso reafirmará y reforzará mi valor como hombre”.

Este problema por sí solo es una gran muralla alrededor del desarrollo emocional del hombre.

2. Experiencia y estructura

Hablando de un promedio de los hombres que han participado en nuestros círculos, he ido observando que casi siempre buscan dos cosas: hablar con hombres “experimentados” y quieren tomar acción.

La mayoría de los hombres a los que he acompañado individualmente o en grupos han querido pasar a la acción. Quieren y necesitan diálogo, por supuesto, pero si las cosas se mantienen como conversación, pierden el impulso de cambiar. A muchos hombres les resulta más fácil o motivador el poder determinar los hitos y el progreso de una forma cuantificable.

Y por hablar con hombres experimentados, me refiero a hombres que entienden su experiencia vivida o marco de referencia en un nivel más instintivo. Quieren terapeutas que hayan vivido vidas similares o tengan antecedentes similares. Quieren identificarse y ver que es posible hacer un cambio, con la seguridad que otorga el confirmar que alguien más ya lo ha hecho.

Sí, la experiencia académica y los matices son cruciales, pero comúnmente, si un hombre siente que su psicoterapeuta o guía no entiende o empatiza del todo “cómo es ahí fuera” para él, muchos de sus esfuerzos fracasan. Esto me lleva a la tercera razón.

3. Menos terapeutas masculinos

Además, hay menos terapeutas hombres.

En general, en la mayoría de los países, incluyendo México, las profesionales en salud mental son mayoría, existen más mujeres profesionales que hombres. Sin embargo, la proporción exacta varía dependiendo del país y la especialidad. En México, el porcentaje de profesionales de salud mental que son mujeres es del alrededor del 70-75%.

Permítanme ser claro, no hay nada “malo” con estos números, y son solo una parte de la historia. El problema es la combinación de estos dos factores: si los hombres son estigmatizados contra la búsqueda de un terapeuta, y es más difícil encontrar uno que entienda la experiencia vivida por un hombre… entonces, ¿es realmente sorprendente que tantos hombres no vayan a terapia?

Así que… ¿qué hacemos?

Lo primero es lo primero. Ponemos en marcha el diálogo. Hablamos entre nosotros. Planteamos el tema. Te recomiendo escuchar la conversación que tuve con el Psic. Jonathan Olivera, alias @soyhumanólogo, sobre ser Hombres más humanos.

Pero también tenemos que comprometernos. Dar el ejemplo. Ser constantes nosotros mismos con nuestros procesos terapéuticos o nuestros espacios de trabajo personal. Que los hombres de nuestra vida (nuestros amigos, nuestro padre, nuestros hijos, nuestros hermanos, nuestra pareja, etc) nos puedan ver, más que hablando de lo buena que es la terapia, viviendo ese proceso abierta y vulnerablemente. Sanando. El ser ejemplos de cómo es que el asistir a terapia puede beneficiar nuestra vida entera, puede ser el mejor catalizador para los hombres que nos rodean, aún más que estarlos presionando a asistir. La cultura no es solo un conjunto de creencias, sino también un conjunto de acciones.

Y si a ti como hombre te resulta difícil asistir a terapia, por el motivo que sea, puedes iniciar en espacios donde no seas el centro de atención, como en un círculo de hombres. Donde puedas observar, escuchar a otros, ir entendiendo de qué va, “agarrando confianza”. Donde primero que nada refuerces el hecho de que no eres el único hombre pasando por situaciones difíciles en su vida, y que está bien hablar de ello y pedir ayuda.

Escucha más sobre la salud mental del hombre y la masculinidad en nuestro podcast “El hombre de hoy” aquí: Ir al podcast

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