He notado, a través de los últimos años, que un porcentaje alto de los hombres con los que he trabajado han enfrentando algunas de sus situaciones y emociones de maneras muy similares, basándose en ideas que han adoptado de corrientes poco informadas sobre la salud mental. Para ser más específico, cuando hablamos de emociones como el enojo o situaciones donde se experimentan celos, muchos de estos hombres que tienen cierto tiempo trabajando en sí mismos recurren al rechazo: el enojo y los celos son malos o, como llego a leer en repetidas ocasiones, tóxicos.
Y esto puede llegar a ser algo bastante dañino para un hombre. Enfrentarse a sus emociones viéndolas como malas o buenas, y rechazarlas o aceptarlas dependiendo de ese juicio nos puede limitar bastante si queremos desarrollarnos de manera sana emocionalmente.
Actualmente escuchamos y leemos más y más en redes sociales sobre la salud mental, las relaciones, las “red flags”, etc, y nos vamos poco a poco bombardeando con información y herramientas para llevar relaciones más sanas y afectivamente responsables. O al menos eso creemos. La verdad es que no todo lo que leamos en redes sociales sobre ello nos nutrirá realmente sobre cómo mejorar en nuestra manera de relacionarnos.
Una forma en que esto se ha hecho muy notorio, es con “trends” o modas que hablan sobre las banderas rojas o “red flags”, las cuales apuntan ciertos comportamientos de nuestra pareja o amistades que nos indican que “ahí no es”.
Si no te sientes visto, ahí no es. Si no te dicen cosas lindas, ahí no es. Si no comunican lo que sienten, ahí no es. Si no trabaja en sí mismo, ahí no es. Si hace “x” o te dice “y”, ahí no es.
Si se enoja cuando le comunicas algo, ahí no es. Si te cela, ahí no es.
Muchas de estas ideas sobre-simplifican las situaciones, contextos y emociones y nos dicen que nos vayamos de ahí, sin más. Y si bien estoy totalmente de acuerdo que cuando se trata de situaciones de violencia, abuso, manipulación, o falta de disposición para trabajar en la relación se debe tomar distancia y realmente aplicar el “ahí no es”, hay muchas otras situaciones en las que se requiere de indagar, comunicar y trabajar en la relación en conjunto.
Siempre será más fácil decir que algo es malo, en lugar de aceptar que hay distintas maneras de vivirlo, algunas funcionales, algunas dañinas, y que se requiere de cierto trabajo para encontrar y desarrollar esas maneras más sanas. Y aquí es donde tantos se pierden: para poder trabajar en estos aspectos, se requiere de aceptar que uno no lo sabe todo, y que tiene parte de la responsabilidad en cada una de sus relaciones. Y a muchos nos aterra aceptar esto.
Es fácil decir “el que se enoja pierde” y rechazar el enojo, decir que cualquier tipo de ira y enojo es tóxico, cuando en realidad existen distintos tipos de enojo, que tanto puede hacer daño si son proyectados a otros, o puede tener un propósito cuando nace de una situación donde se ha cruzado un límite o se ha roto un valor importante para ti.
Es fácil decir que los celos son tóxicos, sin preguntarnos si habrá situaciones donde estos celos nos estarán indicando que un acuerdo o límite se ha cruzado por nuestra pareja, así como otras donde realmente esté siendo una forma de control hacia la otra persona.
Es fácil decir que el apego es malo (lo he escuchado repetidas veces al trabajar con hombres y mujeres), cuando en realidad es algo inherente del ser humano por el hecho de ser un ser social, que constantemente busca la pertenencia por miles de años de evolución en comunidades que sobreviven en conjunto. Lo difícil es aceptar que hay distintos tipos de apego, que es un espectro y que requiere de trabajo poder desarrollar un apego sano y seguro, y no uno ansioso o evasivo que nos pueda causar daño a nosotros y las personas con quienes nos relacionamos.
Cada uno de estos aspectos refleja características humanas que tienen un propósito y una función, y por ello es que existen en nuestras dinámicas sociales. Nos muestra un espectro diverso que tanto puede darnos resultados indeseados, como unos muy satisfactorios. Pero para estos últimos se requiere de trabajo, y es muy común que una gran cantidad de personas prefieran tomar el camino fácil y decir “el enojo es malo”, “los celos son tóxicos”, “una relación sana es libre de apego”, para no tener que aceptar su responsabilidad y ensuciarse las manos trabajando en sus relaciones.
Ninguna de nuestras relaciones, ni de pareja, ni de amistad, ni de familia es 100% responsabilidad de uno sólo.
Existe una responsabilidad compartida en cada una de ellas, y entre más pronto nos atrevamos a aceptarlo, más rápido seremos capaces de trabajar en esas áreas que más que sanar y desarrollar adecuadamente, hemos ido ignorando y escondiendo.
Hace unos días publicamos un episodio en nuestro podcast que va un poco más a fondo en este tema. Te invito a escucharlo aquí: El enojo, los celos y el apego… ¿Realmente son malos?
¿Buscas unas comunidad de hombres con quienes apoyarte y trabajar en tu proceso personal? Únete a nuestra Comunidad de Hombres.
¿Te interesa una sesión 1 a 1 conmigo? Agenda una sesión.